Tanta lluvia me emociona, me conmociona, se diría...
No salgas de tu casa para nada, para no mojarte...
Quédate encerrado en tu hogar, con tu amor, con tu cobijo
Yo me quedo sola, como siempre lo he estado, pero hoy con el sabor de tu espera.
No salgas de tu casa para nada con esta lluvia...
Quédate encerrado en tu tormento que pretende olvidarme.
Yo me quedo sola como siempre lo he estado, pero hoy con la intranquilidad de verte para que no me olvides fácilmente.
Cada gota de lluvia parece pronunciar tu nombre
y yo me quedo callada para escuchar cuál desentona y no lo pronuncia. Nada hay en este mundo que no tenga ahora tu sabor, caramelo de miel...
No salgas de tu casa para nada con esta lluvia...
Sólo que cuando pare no te olvides que yo no te olvido...
Aunque no me lleves bajo tu piel estoy instalada en tu mirada.
Por eso aunque no quieras verme vas a divisarme en ese horizonte eterno que me separa en el abismo de tu ausencia.
En la espera de siglos y siglos en tu ausencia...
Ni tu presencia reemplaza tu ausencia... Ni la lluvia borra tus días de sol.
No salgas de tu casa para nada con esta lluvia...
Salvo que quieras rescatarme, querido Romeo, en mi balcón donde siempre te sueña tu Julieta, más lejos que en Verona...
Romeo terco, aún sigues matando la Julieta que te ama sin medida en este amor apasionado de una sola dirección, de una sola intención, sólo la mía...
No salgas de tu casa para nada con esta lluvia...
Enciérrate en tus sueños, que finalmente no son los míos; sueños en paralelo que nunca habrán de cruzarse...
No temas a la niebla, nunca hay nada importante en su pesadumbre, sólo intenta amedrentarte...
¿Ves? Casi me parezco a la niebla...
Protégete o pide que te protejan. No me lo pidas a mí que no puedo hacerlo; más que protegerte te amaría; pero sé que no te hace bien mi cercanía, por eso:
No salgas de tu casa para nada con esta lluvia...
águeda dabor – historias de la estación
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