Me creerías?...Ella era el paraíso, ella era un paraíso encantador de esos que te enamoran el alma.
Ente labios mencionábamos nuestros nombres para tratar de recordar fragmentos en nuestra conciencia. Se nos hacían muy familiares nuestras sonrisas, esas que nos daban un recuerdo frágil, de aquellas tarde de invierno, entre besos y aroma a café...
Recordé todos los días junto a Dara, y al parecer ella me recordaba, esta vez ni la muerte podía separarnos nuevamente, nos quedaba una eternidad juntos...
Una eternidad de felicidad.
Luca y Dara conversan en el acantilado (nuestro secreto rojo)
Joan Foehn con Águeda Dabor - autores
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